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dos metros de distancia, con las manos juntas y una actitud de humilde
reverencia.
 Por favor, Horacio  dijo la Maga, abrazándose a él y escondiendo la
cara.
 Por supuesto que nos encontraremos mágicamente en los sitios más
extraños, como aquella noche en la Bastille, te acordás.
 En la rue Daval.
 Yo estaba bastante borracho y vos apareciste en la esquina y nos quedamos
mirándonos como idiotas.
 Porque yo creía que esa noche vos ibas aun concierto.
 Y vos me habías dicho que tenías cita con madame Léonie.
 Por eso nos hizo tanta gracia encontrarnos en la rue Daval.
 Vos llevabas el pulóver verde y te habías parado en la esquina a consolar
a un pederasta.
 Lo habían echado a golpes del café, y lloraba de una manera.
 Otra vez me acuerdo que nos encontramos cerca del Quai de Jemmapes.
 Hacía calor  dijo la Maga.
 Nunca me explicaste bien qué andabas buscando por el Quai de Jemmapes.
 Oh, no buscaba nada.
 Tenías una moneda en la mano.
 Me la encontré en el cordón de la vereda. Brillaba tanto.
 Y después fuimos a la Place de la République donde estaban los
saltimbanquis, y nos ganamos una caja de caramelos.
 Eran horribles.
 Y otra vez yo salía del metro Mouton-Duvernet, y vos estabas sentada en
la terraza de un café con un negro y un filipino.
 Y vos nunca me dijiste qué tenías que hacer por el lado de Mouton-
Duvernet.
 Iba a lo de una pedicura  dijo Oliveira . Tenía una sala de espera
empapelada con escenas entre violeta y solferino: góndolas, palmeras, y unos
amantes abrazados a la luz de la luna. Imaginátelo repetido quinientas veces
en tamaño doce por ocho.
 Vos ibas por eso, no por los callos.
 No eran callos, hija mía. Una auténtica verruga en la planta del pie.
Avitaminosis, parece.
 ¿Se te curó bien?  dijo la Maga, levantando la cabeza y mirándolo con
gran concentración.
A la primera carcajada Rocamadour se despertó y empezó a quejarse. Oliveira
suspiró, ahora iba a repetirse la escena, por un rato sólo vería a la Maga de
espaldas, inclinada sobre la cama, las manos yendo y viniendo. Se puso a
cebar mate, a armar un cigarrillo. No quería pensar. La Maga fue a lavarse
las manos y volvió. Tomaron un par de mates casi sin mirarse.
 Lo bueno de todo esto  dijo Oliveira es que no le damos calce al
radioteatro. No me mires así, si pensás un poco te vas a dar cuenta de lo que
quiero decir.
 Me doy cuenta  dijo la Maga . No es por eso que te miro así.
 Ah, vos creés que...
 Un poco, sí. Pero mejor no volver a hablar.
 Tenés razón. Bueno, me parece que me voy a dar una vuelta.
 No vuelvas  dijo la Maga.
 En fin, no exageremos  dijo Oliveira . ¿Dónde querés que vaya a dormir?
Una cosa son los nudos gordianos y otra el céfiro que sopla en la calle, debe
haber cinco bajo cero.
 Va a ser mejor que no vuelvas, Horacio  dijo la Maga . Ahora me resulta
fácil decírtelo. Comprendé.
 En fin  dijo Oliveira . Me parece que nos apuramos a congratularnos por
nuestro savoir faire.
 Te tengo tanta lástima, Horacio.
 Ah, eso no. Despacito, ahí.
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 Vos sabés que yo a veces veo. Veo tan claro. Pensar que hace una hora se
me ocurrió que lo mejor era ir a tirarme al río.
 La desconocida del Sena... Pero si vos nadás como un cisne.
 Te tengo lástima  insistió la Maga . Ahora me doy cuenta. La noche que
nos encontramos detrás de NotreDame también vi que... Pero no lo quise creer.
Llevabas una camisa azul tan preciosa. Fue la primera vez que fuimos juntos a
un hotel, ¿verdad?
 No, pero es igual. Y vos me enseñaste a hablar en glíglico.
 Si te dijera que todo eso lo hice por lástima.
 Vamos  dijo Oliveira, mirándola sobresaltado.
 Esa noche vos corrías peligro. Se veía, era como una sirena a lo lejos...
no se puede explicar.
 Mis peligros son sólo metafísicos  dijo Oliveira . Creeme, a mí no me
van a sacar del agua con ganchos. Reventaré de una oclusión intestinal, de la
gripe asiática o de un Peugeot 403.
 No sé  dijo la Maga . Yo pienso a veces en matarme pero veo que no lo
voy a hacer. No creas que es solamente por Rocamadour, antes de él era lo
mismo. La idea de matarme me hace siempre bien. Pero vos, que no lo pensás...
¿Por qué decís: peligros metafísicos? También hay ríos metafísicos, Horacio.
Vos te vas a tirar a uno de esos ríos.
 A lo mejor  dijo Oliveira eso es el Tao. [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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