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tripa a las rodillas, el panículo. Parecía más una figura de barro sin acabar que un
humano.
 Walter, no te deberías quitar la ropa nunca dijo Val insultante.
 Sólo por relajación  Walter se encogió de hombros . Es bueno para el alma  rebotó
en el suelo y encogió las piernas debajo del panículo.
La hembra Amarga puso el primer plato: sopa aguada. Retrocedió y se deslizó fuera de
la túnica. Estaba delgada. Sus pubertad más nueve años le hacían una arruga horizontal
en la tripa y le hundía los pechos.
 ¿Crees que tampoco yo debo desnudarme?  preguntó con picardía.
Val pensó que otro insulto a tiempo podría ahorrarle lo que presentía iba a ser una
velada muy aburrida.
 Me temo que he visto cuerpos más atractivos en neutros.
Sin darse por aludida, le dio un abrazo de ritual:
 Los neutros no tienen excitación sexual ni miotonía.
Val frunció el entrecejo:
 De todos modos, un pezón sobre la costilla sigue siendo feo.
El gordo Walter sonreía plácidamente y recogió su túnica.
 Si Val se siente más a gusto vestido...  dijo poniéndose la prenda con forma de
tienda , podemos tener una primera fase agradable de meld agarrándonos de las manos.
Los otros cuatro cuerpos desnudos estaban ya completamente abrazados unos a otros.
 Supongo que es que nunca he visto antes a cinco personas haciendo el amor antes 
comentó Val con Walter.
 No te disculpes  dijo Walter agarrando el extremo de su túnica con el dedo del pie ,
eres nuestro invitado. Nos acoplaremos a tu ritmo.
Amarga dio al grupo un abrazo de despedida y se levantó. Se pusieron las ropas y se
sentaron de nuevo.
 ¿Quieres ver el cielo?  preguntó Amarga ofreciendo una dosis de recompensa
molecular.
Val sacudió la cabeza. R.M. le ponía nervioso.
 No temas. Te observaremos para que no te pongas mustio como un hongo  le animó
ella.
 No es eso  dijo Val . Simplemente es que no me gusta visitar el cielo en un viaje de
ida y vuelta. Cielo molecular o no, prefiero no intentar la felicidad perfecta y tener que
volver aquí después. En comparación, esta vida va a parecer demasiado tibia.
 No es una desilusión tan grande  dijo . Y siempre puedes hacer otro viaje...
Val sacudió la cabeza otra vez.
Amarga empezó a dar la vuelta al circulo. El viejo Walter ya había levantado la mano...
agitando la cabeza. Busch prefería la bebida.
Arturo la alejó con la mano:
 Ahora no, tengo que hacer mi danza...; y no lo tomes tú, Amarga. Te necesito de
acompañante.
Jo Jo estaba silencioso, meditabundo. Aceptó el R.M. y se retiró a un rincón con sus
visiones.
Walter se volvió hacia Val, preguntando:
 ¿No tendrás miedo de R.M., verdad? No hay ningún peligro. Lo usamos siempre para
los cazadores...
Val se enfrentó a su superior del Control de Caza:
 Quizá los cazadores lo necesiten. He visto algunos músculos bastante hincados y
orina color de humo: rabdomiolisis. Me imagino que debe ser bastante doloroso. La
recompensa molecular quizá los alivie un poco. El único otro lugar en que sé que se usa
oficialmente es en los ancianos retirados. No duran mucho.
Walter protestó.
 R.M. no puede prolongar la vida. Nada puede. Todo lo que podemos esperar de la
Gran ST es un periodo vital feliz de veinticinco o treinta años... R.M. ayuda a conseguir
esa felicidad. Es una de las recompensas favoritas de la Gran ST.
Val estudiaba su bebida en silencio. Una onza de líquido rojo viscoso cubría el interior
del vaso. El calor de su mano producía un vapor aromático.
El expedidor dejó salir una suave música mientras el neutral Arturo ajustaba el sonido.
En la pantalla bailaban figuras.
 Preparados para el baile  anunció Arturo formalmente . ¿Amarga...?  dijo
extendiendo la mano a la hembra sentada.
Se levantó y entró en sus brazos. Se movían lentamente, estudiando la pantalla...,
intentando seguir el movimiento de las figuras. Val miró durante algún tiempo, fascinado
por su absoluta falta de capacidad para seguir el ritmo. Luego se concentró en comer y
beber. Busch se durmió. El meld duró bastante más que lo habitual.
 Te podrías quedar a dormir  ofreció Walter, entregando a Val un montón de ropa de
cama.
Val guiñó los ojos con sueño y asintió. Ayudaron a Jo Jo a acostarse e interrumpieron
el expedidor.
 ¿Quieres leer mi libro ST antes de dormirte? preguntó Walter.
Val ya estaba dormido.
Pájaro Azul se observaba sus dedos de plumas y los pies rosados. El nido que lo
rodeaba tenía plumas de un rosa brillante y fragmentos de concha blanca. El sol
calentaba. Hermosas flores naranja y violeta bailaban y volaban por los alrededores con
sus pétalos como alas. Madre Pájaro voló hasta el borde del nido y le arrojó en la boca
deliciosos gusanos de chocolate. Sabían a marrón. Un viento suave movió las hojas
rosas. Madre le llamó. Probó las alas y voló vacilante..., elevándose. Madre le condujo
más alto entre las nubes algodonadas de vainilla que sabían a blanco mientras las
atravesaba volando. Pájaro Azul estaba contento. Cuando su madre volvió al nido no
quiso parar de volar. Le regañó. Sus gritos dolían. Las preciosas flores se hicieron feas.
Las fragancias se convirtieron en hedor. Sus plumas aladas azules se retorcieron en unos
grotescos dedos doblados. Perdido, buscó a su madre. Se había ido. Debajo vio su nido.
Intentó volver, con mucho esfuerzo, a su suave seguridad. Se precipitó hacia abajo. El
viento le azotaba la cara, batía los párpados. El nido se elevó hacia él, veloz..., cambiando
lentamente..., convirtiéndose en... una BASE DE EJE.
Por la mañana, Val y Busch se acercaron refunfuñando al expedidor. Amarga repartió
los utensilios y distribuyó sus abrazos rituales. Calentó el refrescador y extendió ropas de
tejido para sus hombres operarios. El viejo Walter entró envuelto en una vieja túnica
arrugada y polvorienta.
 ¿Has dormido bien?  preguntó, sonriendo, a Val.
Este asintió.
 Eché de menos nuestra meld  se quejó Amarga.
Busch murmuró algo sobre que había otras maneras de compartir los espíritus aparte
de mediante las membranas mucosas. Arturo entró y aceptó sus calorías básicas. Hizo
una pausa, esperando que Walter o Busch aprobasen su cupo de sabores..., sabores a
cuenta del cupo de trabajo.
 ¿No te está dando Jo Jo ningún sabor estos días? se quejó Busch. [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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